"Hola, soy Manolo. Tengo un hijo de 5 años que tiene una especie de pesadillas por la noche desde los dos años y medio. Cuando se despierta no se acuerda de nada. El problema es que durante la pesadilla lo pasa muy mal, gritando, llorando y lo peor de todo, corriendo como loco de un lado a otro de la casa. Lo que más nos preocupa a mi mujer y a mí es que se haga daño grave, porque de hecho ya la hemos tenido que llevar al hospital un par de veces debido a los golpes que se ha dado. Lo estamos pasando mal, por él especialmente y también por cómo nos tratan al respecto, por ejemplo en el hospital nos han hecho preguntas raras como si maltratásemos nosotros a mi pequeño, ¿se imaginan cómo nos sentimos? Le hemos llevado a un psicólogo, pero lo único que nos ha dicho es que la culpa es nuestra y que tiene miedo. Ya no sabemos qué hacer, ¿podrían ayudarnos? Muchas gracias."
Estimado Manolo,
Primeramente, es importante distinguir entre pesadillas y terrores nocturnos. Las primeras se dan en fases tardías del sueño, y consisten en ensoñaciones vívidas de acontecimientos desagradables o estresantes para el niño, normalmente relacionados con la estimulación que ha recibido durante el día (cuentos, programas de TV, etc.), o bien debidos a alguna circunstancia que le provoca ansiedad (una mudanza, cambio de colegio, separación de los padres, etc.). Tras una pesadilla, el niño estará completamente despierto, recordará el sueño y se mostrará muy asustado. Lo mejor para prevenir las pesadillas es intentar mantener al niño en un ambiente libre de estrés y controlar la estimulación que recibe, pero en el momento que las sufre lo mejor es consolarlo lo antes posible, hablar de ello, y hacerle ver que no está solo.
Sin embargo, por como lo describes, lo que sufre vuestro hijo son terrores nocturnos. Éstos se dan en fases más tempranas y profundas del sueño, y durante los episodios el niño se muestra agitado y aterrorizado pero no está del todo consciente (de hecho no recordará nada por la mañana aunque en el momento tuviera los ojos “como platos”). Normalmente los terrores nocturnos acaban remitiendo con el tiempo, pero en el momento en el que el niño lo está sufriendo lo único que podéis hacer es evitar que se haga daño tropezándose con los muebles que pueda encontrar a su paso (dado que no está plenamente consciente). Permaneced tranquilos y no intentéis consolarle ni reconfortarle porque en ese momento no podréis. La aparición de este trastorno, en sí, no tiene porqué ser indicativo de ningún trastorno psicológico; pueden ser debidos a la falta de descanso o la carencia de una rutina de sueño adecuada. Lo mejor para prevenirlos es asegurar que el niño duerma las horas que necesita y que lo haga de forma estable y constante. No obstante, también pueden estar causados por otros factores como apnea del sueño, hipoglucemia, depresión o estrés, por lo que si los terrores nocturnos se cronifican quizá sea conveniente una evaluación pediátrica. Pero en cualquier caso olvidad eso de que “la culpa es vuestra”. Lo que le está pasando a vuestro hijo no es culpa de nadie, y con el interés y la preocupación que mostráis estoy seguro de que lograréis solucionarlo pronto.
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